domingo, 17 de enero de 2016

Ñoquis: eficiencia o utilidad

Durante todas estas semanas con motivo de los despidos en áreas estatales estuvimos viendo en los medios debates constantes sobre la conveniencia o no de despedir a tanta gente. En todo este debate estuvo presente una palabra: "ñoqui". Se lo define como empleado público que no cumple con su trabajo y solo va a cobrar, además de haber llegado mediante amiguismo o favores.

¿Existe gente así? Por supuesto. Y no solo en el Gobierno Nacional y durante el kirchnerismo. Los ha habido antes, los seguirá habiendo y estarán presentes en todos los órdenes, desde los municipios a la Nación. Pero, aunque suene extraño, ese no es el problema.

El problema aquí es el Estado gigante y monstruoso que tenemos. Un estado que tiene miles de direcciones, subsecretarias y secretarias que no sirven para nada. Vimos en el pasado cargos como Secretario para la Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, u otros más impresentables como Director del Registro Nacional de Efectores de Desarrollo Local y Economía Social, de la Dirección de Fomento del Monotributo Social de la subsecretaria de Comercializacion de la Economía Social, de la secretaria de Coordinación y Monitoreo Institucional del ministerio de Desarrollo SocialDirector de Fortalecimiento de la Democracia de la Subsecretaria para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia de la Secretaría de Gabinete y Coordinación Administrativa de la Jefatura de Gabinete de Ministros.

¿Esta gente es eficiente? Probablemente no. Probablemente si. Si el día de mañana se crea un puesto que sea "Encargado de abrir las ventanas de la Rosada" probablemente esa persona sea responsable y capaz, yendo todos los días a cumplir su función. Pero no quita que su función sea inútil e irrelevante.

Y esto es lo que pasa en gran parte del empleo público. Hay lugares que estaban superpoblados de empleados (como el Senado) y el problema no es que sean ñoquis o no sean ñoquis. El problema es que no tienen razón de ser. No hay motivos reales y objetivos para que una oficina estatal tenga tantos empleados. Y mantenerlos cuesta plata.

Por supuesto que los despidos debe hacerse con cuidado, revisando los contratos y pagando las indemnizaciones en los casos que haga falta, o acordando el cese de las contrataciones de la mejor forma posible. Pero no deja de ser un acto de justicia limpiar al Estado de tantos puestos que no aportan nada y generan únicamente déficit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario