domingo, 21 de febrero de 2016

Muchas deudas pendientes

 Sin duda que el Gobierno de Macri asume en una situación económica delicada, con cuentas en rojo y déficit comercial. Algunas de las medidas de este nuevo Gobierno tuvieron que ver con esto (eliminación del cepo, quita de retenciones al agro y la industria, reducción de puestos estatales, actualización tarifaria). Sabemos que estas medidas generan situaciones desagradables por el enorme costo que deberán pagar miles de trabajadores en todo el país.

 ¿Qué debe hacer entonces el Gobierno? Puede por un lado hablar con franqueza a la población, dejando en claro la pesada herencia recibida y explicando porque es necesario llevar a cabo tales medidas. Y debe también, en la medida de lo posible, llevar a cabo medidas paliativas para evitar ese impacto tan fuerte, siempre y cuando no sean medidas permanentes y sólo sean por emergencia.

 Hay que reconocer que ninguna de estas cosas se hizo o se está haciendo. Y eso sienta un mal precedente.

 Recién ahora estamos viendo que los funcionarios hablan de la inflación o reconocen que la situación se les está yendo de las manos. Pero no hay una mención clara de los problemas que atraviesa el país ni tampoco de la forma en que se recibió ese país. Estamos ante un error grande de comunicación. Tan grande como el despido de Graciela Bevacqua y el apuro por los índices de inflación, en lugar de reconocer las mediciones privadas o el Índice Congreso (como el que se usaba mientras gobernaba el kirchnerismo) como válidas hasta que surja el nuevo IPC.

 ¿Y las medidas paliativas? Hasta ahora se limitan a recomendaciones de ama de casa: Ir a comprar a donde esté más barato o denunciar a los que remarcan. Desde lo macro, la vieja receta de siempre: Absorber pesos con el BCRA aumentando en el endeudamiento interno.

 Más bien las últimas políticas mostraron lo contrario: Se modificó el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias pero no las escalas, se eliminaron las retenciones a la minería y se impuso en las paritarias un aumento de apenas el 25%.

 Quien escribe estas líneas no es muy amigo de la intervención estatal o el proteccionismo en la economía, reduciéndolas para situaciones de crisis. Bueno, esta es una de esas situaciones. Creo que el Gobierno debe encarar un drástico recorte del gasto público, revisando planes sociales y bancarizándolos, recortando el personal en secretarías estatales inútiles, cortando drasticamente con la publicidad oficial, congelando la emisión e incluso viendo la posibilidad de privatizar Aerolíneas Argentinas. También encarando una reforma fiscal (con apoyo de todo el espectro político, empresarial y sindical) para terminar con tanta presión sobre los sectores más vulnerables y favoreciendo a quienes más producen.

 Por supuesto que las medidas destinadas a anunciar sanciones a empresarios que suban precios o aumentar las asignaciones es positiva, pero siempre y cuando sean medidas temporales hasta que la situación se estabilice o que, en caso de las actualizaciones en las asignaciones, queden estipuladas por ley. Pero si la inflación no baja y las medidas para combatirla serán estas vamos a estar frente a la película kirchnerista repetida, ahora en HD.

 Finalmente, el acuerdo con los buitres (facilitado por la reciente resolución de Griesa) y las inversiones extranjeras pueden servir para dar oxígeno. Puede ser que sea así, pero al mismo tiempo es necesario dejar en claro que estamos ante un nuevo paradigma económico y que van a haber cosas que van a cambiar (presión fiscal, gasto público, mercado exterior, etc.).

 Nadie pretende que todo se solucione en dos meses. Pero si hay que pretender y exigir que no empeore y que no se continúen con los vicios anteriores.

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