viernes, 17 de marzo de 2017

La izquierda cooptada por el populismo

 Hace más de 130 años llegaban al país los primeros inmigrantes de las grandes corrientes que terminaron moldeando la identidad argentina. En su mayoría españoles e italianos, pero también hubo lugar para británicos, franceses, rusos, polacos, árabes, turcos, armenios y gente de todos lados. Ellos trajeron sus valores, su cultura, su trabajo y a sus descendientes que terminaron reinventando a la Argentina.

 Pero también llegaron ideologías. El socialismo y el anarquismo vinieron de los barcos (en muchos casos escapando de la persecución ideológica) y se diseminaron entre los obreros. Y fue así como en pocos años los trabajadores empezaron a hacer huelgas y a reclamar por sus derechos. Las respuestas por parte del Estado iban desde la persecución y la represión a las concesiones que derivaron en las primeras leyes laborales de nuestra historia.

 Más allá de las diferencias, lo que caracterizó a estos primeros grupos anarquistas y socialistas fue su iniciativa. Fundaron imprentas, bibliotecas, clubes (El Porvenir, Colegiales y Argentinos Juniors los anarquistas, Chacarita los socialistas) y además se encargaron de dar trabajo y beneficiar a los de su clase. Así surgieron los gremios de trabajadores anarquistas (como la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos) y las cooperativas socialistas (como el Hogar Obrero).

 Hoy en día la situación es diferente. Mientras que en esa época los socialistas y anarquistas hacían defensa de la autogestión y no pedían al Estado más que leyes que los beneficiara, actualmente los partidos de izquierda no piden nada de eso. Piden que el Estado les de plata. Ya no hay autogestión, no hay cooperativas, no hay solidaridad clasista. Se trata de pedirle a los funcionarios que les den limosnas.

 Así se arruinan las luchas. No buscan trabajo, no crean trabajo. Piden que les regalen dinero. Claro que nada es gratis, y así empieza el largo proceso que lleva a la creación de la gente como Milagro Sala o D'Elia. Y finalmente la izquierda que se dice combativa y dice defender al trabajador termina llevándolo a la esclavitud del Estado burgués.

 Y como si fuera poco con estos pedidos perjudican a los de su clase. No solo por los problemas que generan los cortes o las protestas, también lo hace al exigir más gasto público. Eso implica más impuestos. Y eso implica menos plata para que el trabajador la gaste y ahorre.

 Los partidos de izquierda y las organizaciones sociales que dicen querer defender a los desocupados y los trabajadores los perjudican al pedirle dinero al Estado. Necesitan volver a las raíces. Quizás les baste con aprenderse la letra de La Internacional.

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