sábado, 17 de octubre de 2015

Sobre los bienes y males del peronismo (comentarios a Luciana Sabina y Nicolás Lucca)

Conocida por todos es mi posición contraria a los populismos anti-democráticos en general, mi postura muy crítica con los gobiernos de Juan Domingo Perón (los tres más su gestión como ministro) y con los mecanismos actuales de la mayor parte del PJ.

Recientemente me encontré con un artículo escrito por Luciana Sabina (@kalipolis) y Nicolás Lucca (@relatodpresente) titulada "No fue siempre el peronismo, ni usted es estúpido". La nota busca refutar a gran parte de la "historiografía" actual que ubica al peronismo como causa de todos los males. "Casualmente" el título se parece mucho al de un libro de Fernando Iglesias, Es el peronismo, estúpido.

Coincido con que señalar al "peronismo" (como una entelequia) como causante de todos los males argentinos es un grave error histórico que roza el infantilismo. Por empezar, Perón ni siquiera durante sus gestiones mantuvo una misma línea. Entonces de idiotas pretender que sus supuestos seguidores la sigan. Sin ir más lejos, a una semana de las elecciones tenemos tres opciones peronistas para votar, cuatro si se toma en cuenta los elementos peronistas presentes en Cambiemos.

También coincido con señalar que muchos de los vicios del peronismo no nacieron ni murieron con el mismo. Por caso el personalismo o el autoritarismo.

Pero en lo que no coincido con Luciana y Nicolás es en relativizar o minimizar las obras malas del peronismo. Probablemente no sea su intención, pero creo que la sensación que deja el artículo apunta en ese sentido.

Analicemos este extracto:

Sí, hubo un peronismo plagado de virtudes y, al mismo tiempo, lleno de contradicciones, abusos y excesos que, analizados desde la comodidad del siglo XXI, nos resultan escandalosos.

Creo que esta oración es gravísima. Por empezar, no es cierto que estas cosas se analicen "desde la comodidad del siglo XXI". Ya en 1955 Alfredo Palacios desde Radio Belgrano decía lo siguiente:

Después de 10 años observamos que el signo monetario está depreciado y que la reparticiones autárquicas se encuentran en déficit permanentemente, lo que nos exige recurrir a las emisiones y a los depósitos. Que los sindicatos sojuzgados no pueden evitar que se violen las leyes de 8 horas y sábado inglés, sometiendo a los obreros a un régimen de trabajo a destajo y de horas extraordinarias. La obsecuencia crece y se vuelve en un ambiente de corrupción. Que las torturas de los presos políticos y a sus abogados se aplican como sistema. Que las universidades han perdido su autonomía y su prestigio, y en la escuela, se deforma el sentimiento y la mente de los niños.

Sirva esto como simple botón de muestra. No es verdad que esas actitudes sean criticadas hoy en el 2015. Ya eran criticadas en su momento. Casos como los de Ernesto Mario Bravo o Juan Ingalinella habían movilizado a la opinión pública y en el Congreso diputados como Ricardo Balbín o Arturo Frondizi, o dirigentes opositores como Moisés Lebensohn denunciaban parte importante de esos atropellos. Decir que esas cosas son escandalosas "comodamente desde el siglo XXI" es, por un lado, una inexactitud, y por otro lado, una falta de respeto hacia todos aquellos que durante esos años denunciaban al Gobierno y sufrían por eso censura o prisión.

No toman en cuenta que no había muchos espacios para manifestarse en contra del poder, ya que el gobierno concentraba la mayoría de los medios y las manifestaciones opositoras eran reprimidas. La "comodidad del siglo XXI" contrasta con la "incomodidad del siglo XX".

También me parece un error muy serio hablar de "contradicciones, abusos y excesos". Todos los atropellos que se le atribuyen al peronismo no fueron "errores", sino un plan sistemático. Los libros de texto proselitistas en las escuelas, la violenta represión contra manifestaciones opositoras, el encarcelamiento y las torturas a presos políticos, los avances contra la división de poderes, las violaciones a la Constitución Nacional (incluso a la de 1949), la propaganda casi omnipresente del "Líder" y la "Jefa", los límites impuestos a la libertad de prensa... ¿alguien puede creer que realmente estas políticas fueron aisladas y que no representaban a la política oficial?

Posteriormente la nota remarca las obras buenas de los primeros gobiernos peronistas. No seré yo quien no reconozca que esas obras fueron positivas (si bien cuando hablan de la "nacionalización" de los ferrocarriles omiten recordar que hubo un negociado escandaloso de sobreprecios). Efectivamente hubo obras muy positivas. Pero quisiera remitirme ahora a las palabras de Mario Bunge en su libro Cápsulas:

Yo estoy convencido de que el primer peronismo (de fines de 1943 a mediados de 1955) introdujo media docena de reformas positivas: modernizó el sistema de previsión social y la legislación laboral; dio el voto a la mujer y a los habitantes de los territorios nacionales; favoreció la industrialización; y adoptó una posición neutral (la famosa tercera posición) en la guerra fría.  
Pero creo que el precio que los argentinos pagaron por estas reformas progresistas fue desmesurado. Un gobierno democrático hubiera logrado lo mismo o más sin coartar las libertades públicas, ni encarcelar y torturar a opositores, ni rebajar el nivel de la educación y de la cultura, ni imponer la enseñanza de la «doctrina nacional» en los tres niveles educativos, ni amordazar al periodismo, ni convertir al movimiento sindical en un apéndice del gobierno, ni transformar a los pobres en limosneros que todo lo esperan de las autoridades, ni intentar fabricar la bomba nuclear para someter a todo el Cono Sur.

Fueron buenas obras, si. Pero el costo fue altísimo. No podemos quitarnos de vista que todas estas obras fueron hechas en el marco de un gobierno autoritario que sometía las libertades civiles y ponía énfasis desmesurado en la propaganda personalista. Esto se relaciona con lo que dije párrafos más arriba sobre la sistematicidad de los atropellos de Perón.

También Luciana y Nicolás nos recuerdan que los vicios de aquel régimen no fueron producto suyo, sino que tenían antecedentes. Pero para mí se equivocan al no tener en cuenta el contexto histórico. No estamos en 1800, sino en 1946. Conceptos como libertad de expresión, libertades civiles o Estado de derecho ya existían y estaban vigentes. Precisamente la falta de libertades o de república eran argumentos frecuentemente esgrimidos por la oposición de aquel entonces. Para cuando Perón gobernaba la Constitución llevaba décadas de sancionada y el país había pasado ya por experiencias amargas de interrupción del orden constitucional y legal, por lo que urgía volver al mismo luego de la Década Infame con su represión y sus "fraudes patrióticos". Precisamente semanas antes del 17 de octubre de 1945 tuvo lugar una manifestación opositora que pedía entregar el gobierno a la Corte Suprema para retomar la institucionalización. Los gobiernos de Perón fue un retroceso en ese sentido.


Por tanto, no creo que criticar el autoritarismo o la poca vocación democrática y republicana de los primeros gobiernos peronistas sea anacrónico.

Creo que ambos buscaron en su artículo un punto medio para demostrar que el peronismo no debe ser chivo expiatorio de los males argentinos y que los males que se le atribuyen no son monopolio suyo. Pero omiten mencionar que el peronismo llegó en un momento en el que la Argentina necesitaba volver a las sendas constitucionales luego de más de una década de fraudes y dictaduras y que el precio que la sociedad tuvo que pagar por esas buenas obras fue muy alto. Para mí ese aspecto no puede dejarse por alto a la hora de analizar este fenómeno político.

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