martes, 12 de julio de 2016

Tarifazo de gas, otra oportunidad desperdiciada (y van...)

 Nuevamente el Gobierno macrista demuestra no estar a la altura de las circunstancias. El voto de confianza que le depositó el 51% de la gente en noviembre para cambiar la Historia parece no haberlos conmovido y el supuesto equipo técnico que tenían preparado resultó incompetente.

 Las tarifas de luz y gas debían actualizarse, ya que el modelo de subsidios de la gestión anterior, además de ser insostenible, era profundamente inmoral. El Gobierno podría haber iniciado con todos los cambios en enero (época de bajo consumo) y llevar a cabo un retiro paulatino de subsidios junto con ayudas para los verdaderos necesitados y alivios para las industrias. De esa manera la situación hubiera sido mucho menos traumática y le hubiera permitido a los usuarios, ya llegado el invierno, haberse preparado para la situación. Y algo que no se tendría que haber pospuesto: Eliminación o reducción de gran parte de los impuestos que vienen adosados a las facturas. Por último, no debían descartarse las audiencias públicas ni la coordinación entre el cobro de todos los servicios.

 Pero lo que primó fue la improvisación. Aún sin haber retirado todos los subsidios y manteniendo esa tasa impositiva hubo aumentos de tarifas que en muchos casos fueron ridículos y en otros casos se mantuvieron las tarifas anteriores con precios irrisorios. Como la situación se volvió problemática aparecieron los jueces y los abogados, apoyados por la oposición peronista, pidiendo volver al modelo anterior de subsidios.

 Entonces ¿que decisión tomó el Gobierno? En primer lugar refacturación, pero en vez de, ésta vez si, corregir los errores y aprovechar la inercia para el plan de retiro de subsidios ordenado se pasó a una absurda e incoherente medida: Un tope de 400% de aumento en la factura de gas. De esta manera los sectores más carenciados tendrán que pagar cinco veces más los que gastaron el año pasado (porque sería muy difícil que gasten menos, teniendo en cuenta el valor del metro cúbico y que este invierno es más frío que el anterior), mientras que aquellos que pueden afrontar los gastos pueden climatizar sus piletas y utilizar sus losas radiantes, total solamente van a pagar 5 veces más. Es ridículo, injusto y sumamente regresivo. Es, en otras palabras, cambiar para que nada cambie. Debo admitir que me extraña que un tipo como Aranguren, con más de 40 años en la industria energética, diseñe o avale políticas tan malas.

 Mientras el Presidente dice que hay que ahorrar gas sus Ministros alientan a derrocharlo. Esta clase de cosas demuestran el amateurismo y la poca coordinación de la que hacen gala. Y demuestran también como dejan pasar el tren: Ganaron con el 51%, tenían el aval de la sociedad y de todo el arco político para quitar subsidios, pero lo desaprovecharon. Y seguirá el círculo vicioso del gasto público, la emisión, la inflación y lo peor de todo: El populismo, la demagogia y un Estado que sigue "beneficiando" a una sociedad que no quiere hacerse cargo de sus gastos.

sábado, 2 de julio de 2016

Segundo semestre: Nada cambiará

 Finalmente ya estamos en la segunda parte del año, aquella en la que, según nuestros gobernantes, nos iría mejor y lloverían dólares. Nuestro presidente decía que en estos meses veríamos la luz al final del túnel (aunque no nos dijeron si lo que sigue después es el cielo o el infierno).

 ¿Será así? Evidentemente si. La inflación tocó fondo en el semestre pasado gracias a la actualización tarifaria (incompleta), medidas como la devolución del IVA o el pago a los jubilados podrán agilizar el consumo que viene fuertemente golpeado y seguramente caiga alguna que otra inversión (sin que eso sea ni por asomo la famosa lluvia), Entonces si, vamos a estar "mejor".

 Pero que nadie se engañe: El macrismo no es liberal, no pretende hacer reformas en la estructura económica. Basta dar un recorrido somero por las principales propuestas de los ministros y todas coinciden en gasto público, en usarlo para la obra o para subsidios (como en la ley de autopartes). Si a eso se le suma que este Gobierno no tiene en mente privatizar nada, que los impuestos  y que ahora estamos en medio de un atraso cambiario los diagnósticos no permiten ser optimistas.

 En otras palabras, seguramente en los próximos meses la situación va a mejorar un poco. Pero nuestro ciclo de constantes crisis, recuperación y recesión basados en endeudamiento, plata dulce y gasto público no se va a detener. Y lamentablemente el actual Gobierno no le escapa a esa lógica. Tras años de derroche kirchnerista llegaron las primeras señales de crisis. Y la gestión macrista modificó un poco las cosas, pero no demasiado.

 Para salir de ese ciclo de decadencia es momento de instaurar cambios profundos en la estructura política y económica. Comprometerse a tener un Estado pequeño y eficiente, leyes que permitan la libre competencia, una reducción del gasto público que conlleve a una reducción de los impuestos, seguridad jurídica para inversiones y controles permanentes por parte del espectro político y la ciudadanía sobre como se usa la plata (para evitar la corrupción). Mientras tanto estaremos muriendo y renaciendo constantemente, viendo siempre una luz al final del tunel.