sábado, 5 de diciembre de 2015

La Historia reciente según el kirchnerismo

 Como parte de su construcción religiosa el kirchnerismo intentó construirse un pasado. Así como los antiguos emperadores inventaban haber sido descendientes de héroes o dioses.  Pero el kirchnerismo fue más allá. No sólo inventó un pasado idílico de Néstor y Cristina. También inventó un contexto en el pasado.

 Con fines de análisis voy a dividir el pasado en cuatro divisiones. Por motivos obvios habrá dos que trascenderán más que el resto.

1_Los ‘70
Relato: “Los militares y sus cómplices civiles tomaron el poder el 24 de marzo de 1976 inaugurando un plan genocida. Los únicos que resistieron fueron los desaparecidos y las Madres de Plaza de Mayo.”

 Esta historia a priori es verdadera. Pero hay varias cosas por observar. La primera es el hecho de considerar como día clave el 24 de marzo. Nadie duda que la dictadura instaurada desde ese día fue la más brutal y sanguinaria que vivió la Argentina, pero no se puede olvidar que en el siglo XX hubo otras cinco interrupciones al orden democrático: 1930, 1943, 1955, 1962 y 1966. En muchos de estos casos se instauraron dictaduras que también mataron, torturaron, hicieron desaparecer y censuraron. ¿Qué sentido tiene recordar solo la última?
 Otra mentira o media verdad consiste en olvidar el contexto previo. Entre 1973 y 1976 la Argentina vivía una democracia endeble. Más allá de la violencia de los grupos subversivos, el Estado Nacional por aquel entonces dio el puntapié inicial en el terrorismo estatal y paraestatal sistemático. Desde la masacre de Ezeiza al Operativo Independencia, pasando por las ejecuciones extrajudiciales de guerrilleros, los primeros centros de detención, las protestas brutalmente reprimidas y los primeros casos de apropiación de bebés nacidos en cautiverio. El mayor exponente de este terror en democracia fue la Triple A. Si se trata de recordar a los “compañeros detenidos-desaparecidos” también hay que recordar a esos de esos tres años previos.
 Y finalmente, la glorificación de la “juventud maravillosa”. Si bien nunca se vio que explícitamente el gobierno reivindicase a los grupos armados de izquierda, si se vieron actos implícitos, como el discurso de Cristina el 22 de agosto de 2012 en un acto en homenaje a Envar El Kadri (fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas) o la participación de funcionarios o legisladores kirchneristas en los actos por el Día el Montonero.
 No caben dudas que la violencia de la dictadura fue genocida. Pero tampoco cabe dudas que el ERP y los Montoneros fueron grupo lisa y llanamente terroristas que atentaron contra gobiernos democráticos, realizando actos repudiables desde todo punto de vista. Una vez instaurada la dictadura, la violencia armada podría ser considerada un acto de resistencia armada, pero aún en este contexto hubo episodios de violencia injustificada, como el atentado en la casa del Almirante Lambruschini que se cobró la vida de su hija Paula. Tampoco se debe olvidar que estos grupos no pedían la democracia liberal representativa, sino instaurar regímenes socialistas.
 Es incorrecto equiparar la violencia de ambos grupos y hablar de “daños colaterales”, ya que en el caso de la dictadura hubo un liso y llano plan de exterminio y persecución. Y por supuesto que también es incorrecto reivindicar ese terrorismo estatal o considerar que Videla, Massera y su troupé sean héroes.
 Pero no es incorrecto para nada recordar que en los años 70 el país atravesó una situación de violencia armada. No es incorrecto tampoco recordar que esos grupos armados eran criminales y anti-democráticos. Y tampoco es incorrecto recordar a las víctimas de esos grupos.
 Por eso es absurdo recordar el 24 de marzo como feriado. Si hay un día que debería ser feriado es el 10 de diciembre, el día que marcó el regreso definitivo a la vida democrática y el rechazo total a la violencia política.


2_Los ‘80
Relato: “Raúl Alfonsín fue el primer kirchnerista. Él peleó contra las mismas corporaciones que nosotros. Por eso un verdadero alfonsinista es kirchnerista.”

 Esta visión la sostienen sobre todo grupos pseudo-radicales filo-kirchneristas como el Movimiento Nacional Alfonsinista de Leopoldo Moreau o Los Irrompibles de Leandro Santoro. Estos grupos se volvieron cada vez menos opositores hasta terminar uniéndose al kirchnerismo.
 ¿Qué se puede decir de esta visión? Por supuesto que la santificación de ciertas figuras es siempre malo. Pero resulta raro que lo hagan los K quienes durante años ningunearon totalmente a Raúl Alfonsín. Fue allá en el 2004 cuando Kirchner pidió perdón por tantas décadas de ignorancia a las Madres, olvidando cruelmente el Juicio a las Juntas. Porque para este retorcido punto de vista juzgar a los líderes de la dictadura dos años después de terminado el régimen y con las FFAA aún con poder (como lo demostrarían los alzamientos carapintadas) es igual de valiente que descolgar un cuadro de Videla en el Colegio Militar veintiun años después de recuperada la democracia y con las FFAA ya debilitadas y desguasadas. Haber sufrido cuatro levantamientos y haberlos enfrentado entrevistándose personalmente con los amotinados (más allá de la consideración posterior que se pueda tener de las leyes del perdón o incluso de los indultos) es igual de valiente que gritarles “no les tengo miedo” a un ejército sin municiones ni tanques, una armada con barcos que se incendian y una fuerza aérea que no radariza ni tiene aviones útiles. El propio Alfonsín confesaría haberse sentido dolido por esa omisión.
 Con respecto al tema de las corporaciones, la economía alfonsinista no era precisamente nacional y popular. Cabe recordar que tuvo como ministro a un tecnócrata como Juan Vital Sorrouille que implementó el Plan Austral, que contó con el visto bueno del FMI y el Banco Mundial. Incluso por aquellos años el gobernador Menem proponía su “economía popular de mercado” frente a la “economía de corte netamente monetarista” de Alfonsín. También conviene recordar que el kirchnerismo que quiere empresas estatales para todo reivindica al alfonsinismo que intentó dar los primeros pasos en las privatizaciones o la asociación con privados en el sector ferroviario, petrolero o de transporte aéreo. Y por último, si quieren hablar de la pelea de Alfonsín con Clarín, también recuerden que Menem también estuvo peleado con Clarín.
 Finalmente, la idea de ver en don Raúl a un kirchnerista no se condice con el testimonio del ex presidente durante los años del kichnerismo. En el 2006 durante el juicio a Etchecolatz dijo que Kirchner quería “reinventar la historia” sobre la dictadura, y dijo: “Me la jugaba en el Proceso y otros ni aparecían”. En el 2007 diría que el santacruceño era “una personalidad autoritaria con su propia gente” y que era “hegemónico en cuanto a su acción de gobierno”. Si es verdad que el “padre de la democracia” no simpatizaba por Macri y Carrió, tan cierto como que en sus últimos meses de vida se reunía seguido con Julio Cobos como forma de relanzar a la UCR luego del voto no positivo.

3_Los '90
Relato: “La década del ’90 fue de privatizaciones. Se vendió el Estado. Se fundió.”

 Es un acto bastante común por parte del kirchnerismo fustigar completamente a esa época. A pesar de la privatización de YPF, de la boleta que compartieron Kirchner y Menem en el ’95 o de las palabras elogiosas de Cristina para con Cavallo hasta bien entrados los 2000, ahora resulta que los ’90 fueron una época oscura y tenebrosa.
 Sin embargo, sería bueno recordar que, como ya hemos dicho en párrafos anteriores, la historia no es un montón de burbujas, sino una corriente con rupturas y continuidades. El menemismo no escapa a eso. Si pensamos que Menem y sus secuaces fueron simplemente villanos que aparecieron de la noche a la mañana para arruinar un país perfecto y que todo lo malo que viene pasando es por culpa de Menem estamos bastante errados.
 En primer lugar, cabe recordar la situación del país cuando Menem asumía: Déficit, default, índices récord de pobreza y desocupación, empresas estatales que eran nidos de amiguismo e ineptitud y la peor hiperinflación que haya tenido lugar en esta parte del mundo. Menem prometía contrarrestar esto con la revolución productiva y el salariazo.
 Claro que hizo todo lo contrario, ajustando, privatizando y arrancándole cuatro ceros al austral para crear una moneda cuyo valor estaba atado al dólar.  La pregunta es ¿cómo estaba el mundo en ese entonces? Fin de la guerra fría, colapso del bloque comunista y el triunfo del Consenso de Washington que proponía este tipo de soluciones o similares para salir de estas crisis en el tercer mundo. Pero antes de que eso ocurriera ya se podía prever que la situación del Estado era insostenible, por eso el gobierno de Alfonsín encaró hacia el final de su gestión proyectos para iniciar tímidamente privatizaciones.
 Por supuesto que las cosas se hicieron. Y mal. Las privatizaciones fueron un desfile de negociados corruptos, no hubo ningún plan para al menos aliviar las consecuencias sociales de la desaparición de tantas empresas y la forma en que se encaró ese plan de reforma del Estado puede considerarse al menos desprolijo. Pero eso no quita dos verdades esenciales: 1) El plan de ajuste era inevitable, y 2) Si las empresas estatales fueron un desastre y las privatizadas también lo fueron, entonces el problema es más profundo que un debate puramente ideológico.
 El 1 a 1 siguió durante más de una década. Nunca hubo un plan para salir paulatinamente de ese esquema que a los pocos años ya había demostrado estar obsoleto. Algo similar a lo que pasa ahora, con esta equivalencia entre el peso y el dólar que no sirve para conservar las reservas del BCRA y favorece la venta ilegal.
 Los kirchneristas sacan entonces un as bajo la manga: Hablar del contexto internacional, de las crisis de las hipotecas subprime, la crisis en Europa o las devaluaciones en Brasil y China. Eso explicaría que este modelo de señales negativas. Sin embargo el menemismo también podría hacer gala de lo mismo, ya que durante aquellos años tuvimos que atravesar una seguidilla de crisis mundiales: Tequila, Tigres Asiáticos, Vodka y Caipirinha.
 ¿Mienten entonces los kirchneristas cuando hablan de los ’90? No necesariamente, pero si lo simplifican. Convierten a un gobierno en la causa de todos los males. Y sin intención de defender a Menem, lo cierto es que los que estuvieron antes que él hicieron desastres y los que vinieron después tampoco hicieron nada para solucionarlo. Y además simplifican el análisis al no observar el contexto internacional y nacional que produjo esas reformas y medidas.
 De todas maneras, hay una cosa que los kirchneristas nunca pudieron explicarnos: Si el menemismo en 10 años hizo desastres ¿por qué el kirchnerismo no pudo solucionarlos en 12?

4_Los 2000
Relato: “El kirchnerismo recibió un país en ruinas y lo puso de pie”

 Nuevamente mienten. El país estaba incendiado y en crisis luego del 2001, cuando las rutas del Interior estaba llenas de piquetes, había saqueos, cacerolazos y asesinatos en todo el país bajo estado de sitio. Esa situación siguió durante un tiempo más. Cabe recordar que ese estado de conmoción social se agravó después de los crímenes de Puente Pueyrredón que obligaron a Duhalde a adelantar las elecciones.
 Cuando Kirchner asume esa situación ya estaba apagada. No había tantos piquetes, ya no había cacerolazos, ni saqueos, no había asambleas barriales tampoco. Económicamente el país venía atravesando un proceso lento pero constante de reactivación. Gracias al trabajo sucio de Duhalde y Remes Lenicov de devaluar y pesificar los ahorros el país se encontraba aumentando la exportaciones y, muy modestamente, la producción industrial. Para mayo de 2003 ya había terminado la recesión, el desempleo había bajado y las cuasi-monedas habían desaparecido. También para comienzos de ese año Lavagna había logrado un principio de acuerdo con el FMI. De hecho uno de los principales argumentos para votar por Kirchner era la promesa de continuidad.
 Lo que si se le puede reconocer a Kirchner es que produjo la aparición de actores relativamente nuevos en la política nacional (en especial los santacruceños) y sepultó para siempre a muchos actores desgastados, como Menem, Duhalde y parte importante de la UCR. También se le puede reconocer que el hecho de haber logrado un altísimo grado de imagen positiva devolvió la confianza de la gente en su Gobierno luego del “Que se vayan todos”.

 Pero no se le puede reconocer haber tomado un país al rojo vivo y haberlo estabilizado. Sencillamente porque no es verdad.

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